domingo, agosto 16, 2009

Aikido, mi camino. Capítulo 1: Creciendo IV


Parte 4: La muerte de mi madre

Un doloroso evento en mis días de secundaria fue la muerte de mi madre. Se enfermó de la disentería que todos temían y fue hospitalizada. Con la escasez y devastación de la posguerra prevalecía la falta de higiene y las enfermedades infecciosas eran una amenaza constante. Un día recibimos una carta de la policía que decía que nuestra madre había muerto. Como nuestra casa no tenía teléfono un oficial fue personalmente a entregarnos el mensaje. No recuerdo haber estado en el funeral de mi madre. En ese tiempo había tal miedo al contagio que a los niños no se les permitía salir de sus casas, eso fue muy triste. A esto le siguieron muchos días difíciles sin mi madre.

Mi secundaria tenía buena reputación. En ese momento yo estudiaba con más ganas, y los resultados de los exámenes se publicaban en el pasillo. Mi brillante hermano mayor nunca bajaba de tercero. Los profesores notaron que mis hermanos tenían buenas notas y que yo no, pero no era su culpa. Yo no tenía el interés o la pasión para el estudio, y cuando estaba ocupado haciendo geta no podía ir a la escuela. Los profesores decían “¿No sos tan bueno como tu hermano, no?”

En ese tiempo, las expectativas de mi padre estaban naturalmente en mi hermano. Él eventualmente consiguió una beca de la escuela y de una compañía y continuó con su educación para conseguir dos PhDs (doctorado), uno en ingeniería y otro en agricultura. Era recién al inicio del sistema cuando uno podía tener dos PhDs, y mi hermano fue uno de los dos o tres que lo pudieron conseguir.

Todos mis hermanos y hermanas éramos muy diferentes pero nos llevábamos muy bien. Incluso hoy nos ayudamos mutuamente. Éramos esa clase de familia, pero yo estaba especialmente sorprendido por la astucia del negocio de mi padre. En ese entonces había muchas cosas enterradas bajo los escombros que dejaron las bombas durante la guerra. En la era preguerra se usaba cobre para hacer los techos y canaletas de muchas casas. Mi padre recolecto todo ese cobre de los escombros y nadie siquiera prestó atención a lo que hacía, y los almacenó en nuestro jardín. Poco tiempo después, cuando estalló la guerra con Corea, hubo un boom en la industria del metal. El precio del cobre subió y mi padre hizo una limpia ganancia. Estaba sorprendido por la genialidad de mi padre por haber visto el futuro y, gracias a el, nuestra familia prosperó y pudimos reconstruir nuestro negocio.

Traducido por Nahuel Lombardi

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