sábado, agosto 01, 2009

Aikido, mi camino. Capítulo 1: Creciendo II


Parte 2: Fin de la guerra y el mercado negro

La guerra acabó con nuestra prosperidad. El país callo en tiempos de guerra económica con Estados Unidos y ya no era posible vender arroz libremente. Los puestos de arroz perdieron su independencia y su propio control de un día para el otro. Aun hoy recuerdo la guerra, especialmente el bombardeo de Tokio. En 1994, bombas incendiarias caían como lluvia de los bombarderos estadounidenses. La escuela primaria a la que asistí fue reducida a cenizas. Desde el refugio antiaéreo las bombas se veían como hermosos fuegos artificiales que iluminaban el cielo nocturno. A mi madre y a mi nos evacuaron junto con el grupo escolar a Fuji Yoshida en la prefectura de Yamanashi. Allí sufrí de malnutrición. Los niños evacuados al norte, a la región de Tohoku pudieron comer arroz, pero como era difícil cultivarlo en esa área de la prefectura de Yamanashi el 80% de nuestra dieta era soja. Pasábamos hambre todos los días, así que para soportarlo tomábamos jugo de caqui y vivíamos de choclo rancio. Cuando se ingiere choclo rancio se obtiene una violenta diarrea. Pero incluso eso era preferible a pasar hambre y lo soportábamos. Incluso recuerdo que mi padre me daba páginas de guía telefónica en lugar de pañuelos cuanto tenía flema.

Los padres de los niños evacuados iban a visitarlos ocasionalmente. Si alguno de los niños crecía particularmente mal a causa de la malnutrición los padres se lo llevaban con ellos. Como mi hermano se veía débil, mi padre fue por el y se lo llevó a Tokio. Yo parecía naturalmente fuerte y me quedé allí.

Avía una escuela pegada al templo local, pero no por eso tuvimos clases. Pasábamos el tiempo ayudando a las plantas vegetales y jugando. Los B-29 sobrevolaban las sombras del Monte Fuji todas las tardes y dividían la formación. Algunos aviones volando hacia Tokio y otros hacia Osaka. Todas las noches la dirección hacia Tokio se tornaba roja. Y así el 15 de agosto de 1945 llegó. En el calor intenso los niños éramos formados en línea para oír el informe del Emperador en la radio. Era verdad para todos los demás niños pero yo no entendía nada de lo que estaba diciendo. Recuerdo que todos los adultos y los profesores estaban llorando. La guerra y la evacuación habían terminado.

Los padres de los niños evacuados fueron uno tras otro a llevar a sus hijos a casa y yo envidiaba mucho a mis amigos que se iban a casa con sus padres. Solo y esperando me preguntaba “¿Papá y Mamá llegarán pronto?” Pero los únicos padres que aparecían eran los de los otros niños. Mi profesor me sugirió escribirles una carta, pero yo no sabía la dirección de su centro de evacuación. Finalmente sólo quedaban dos niños y yo. Los padres de los otros dos niños murieron a causa de las bombas así que nadie vendría por ellos. Entonces, dos meses después del fin de la guerra, mi madre y hermana fueron a recogerme. Recuerdo como si fuera hoy que mi hermana usaba una camisa roja. Al finalizar la guerra ellas estuvieron muy ocupadas y tuvieron que postergar el venir a buscarme. Como en Tokio había escasez de comida había un límite de migración, así que no podíamos vivir todos juntos como una familia. Nos fuimos a la casa de mi mamá en la ciudad de Sano, prefectura de Tochigi donde la familia de mi madre tenía un almacén. En ese momento yo estaba desnutrido así que no podía moverme demasiado, solo sentarme. Tenía los ojos caídos y casi no tenía energía para elevar mi voz. Mi tez era extremadamente mala y mi madre estaba muy preocupada por mi y me llevó al médico quien diagnosticó malnutrición. El centro de evacuación de la prefectura de Yamanashi no era capaz de alimentarnos bien y por eso yo tenía una salud delicada. Eso no fue debido solo a que no tenía suficiente comida. De todas maneras, yo tenía la comida preparada por mi madre todos los días y gradualmente crecí mejor y comencé a asistir a la escuela primaria de la ciudad de Sano.

El arroz fue racionado después de la guerra así que mi padre no pudo continuar con su tienda. La familia de mi madre tenía una gran variedad de bienes almacenados y mi padre los tomó y abrió una tienda de variedades. Había todo tipo de bienes que la gente usaba diariamente. Mi padre tenía a mi hermano mayor cuidando la tienta y mientras trabajaba estudiaba sus los textos escolares. En esos tiempos los libros escaseaban, no es necesario decir que se convirtió en el número uno de la clase. Así mi padre y mi hermano prosperaron.

Mi familia volvió a Kudan cuando yo estaba en quinto de primaria. En ese período posguerra la vida aun era difícil. Mis padres trataban de criar cinco niños y con la experiencia de manejar una tienda de arroz en los viejos tiempos; comenzamos a movernos en el mercado negro de arroz. Yo iba con mi padre a comprar y vender arroz. ¿Por qué me llevaba a mí, un chico pequeño, a trabajar en el mercado negro de arroz? Lo hacía porque le preocupaba que la policía confiscase el arroz. Si lo atrapaban traficando arroz el hubiera sido confinado y el arroz confiscado, así que mi padre pensó que si iba a comprar arroz con su hijo no sospecharían. Hay muchos momentos inolvidables como cuando él fue a comprar arroz al mercado negro y yo estaba con el, y la policía nos vio. El policía me veía a mí porque yo tenía el arroz. “¿De quién es este niño?” preguntó mirando alrededor. Mi padre estaba parado a mi lado y yo era igual a él. Supuse que el policía podría adivinar que era su hijo, pero mi padre dijo “Yo no conozco a este chico” Imagino que mi padre pensó que el policía no se atrevería a arrestar a un niño, pero para mi no fue un chiste, fue muy chocante. Mi padre, a quién yo amaba más que a nadie, diciendo que no me conocía me lastimo tanto que incluso ahora que he pasado mi Kanreki (cumpleaños Nro 61), aun tengo un pequeño dolor debido a ese recuerdo.

Otras veces yo iba solo al mercado negro. Vivíamos en Keihin Tohoku y ahí había mercados negros en Akabane y Omiya pero no teníamos mucha información sobre ellos. “Confiscaron el arroz en Utsonomiya. El precio del arroz estaba por las nubes. En Kofu cerraron el mercado, ya no podemos ir allí.” Escuchaba adultos susurrar así, hacían desaparecer el dinero, ponían el arroz en una bolsa y lo llevaban de vuelta a nuestra tienda. Así fue como aprendí, por experiencias como esta, no de libros de escuela. Estas experiencias fueron vitales más tarde cuando comencé con mi dojo – ¿Qué es un negocio? ¿Cómo trabajar exitosamente con la gente? – Son todas cosas que aprendí en esos tiempos.

Traducido por Nahuel Lombardi

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena creciendo II

Juan Pablo Fava dijo...

uf! se me eriza la piel....

Anónimo dijo...

Que loco no?

Anónimo dijo...

para replantearnos nuestra vida no?

Anónimo dijo...

juan Pablo a vos se te iriza la piel , ....a mi me mete aparte de eso, mucha intriga......que comienzo de camino.....