lunes, febrero 08, 2010

viernes, febrero 05, 2010

Mi paso por Aikido


Escuché hablar del Aikido por primera vez hace 6 años, en el 2004. Yo tenía 5 años de Karate y todavía lo veía como un deporte. En varias oportunidades dije que el Aikido no era un deporte (que no lo es) desmereciéndolo. Todavía no me había dado cuenta de que, aunque Karate se pude entrenar como deporte, en mi dojo practicábamos el arte marcial.
Mi segundo contacto con el Aikido fue tres años después cuando Daniel Picciola retomó Karate en Seishin Dojo (donde yo entreno) y le ofreció a Aliano Sensei empezar Aikido. Al principio no le di importancia. Daniel insistió varias veces hasta que un día apareció con un bokken y se puso a hacer suburi y kirikaeshi. Quedé fascinado con el sable de madera. Hacía ya un tiempo que me interesaba la katana y quería aprender a manejarla.
Fui al dojo de Aikido acompañando a mi Sensei pero con la idea cabezona de cortar cosas. Todos me enseñaron lo que sabían y me incorporaron al grupo. Estuve entrenando un mes conociendo un poco el Aikido hasta que llegó la esperada clase de bukiwaza. Me encantó. Me sentía súper poderoso con un bokken en las manos (eso sigue igual). Seguí yendo al dojo todas las clases adaptándome cada vez más a la disciplina con la ayuda de mis sempais. Comprendí que las armas no son Aikido, sino que Aikido comprende armas. Con el tiempo pude retribuir esa ayuda ayudando los muchos kouhais que vinieron después de mí. Al enseñar pude conocer mejor mis limitaciones y darme cuenta cuanto había aprendido. Entonces vi que enseñar y aprender son dos cosas que se hacen al mismo tiempo. Ya sea cuando le pregunto a un sempai o cuando le explico a un kouhai siempre estoy aprendiendo y enseñando.
Ya llevo tres años en el dojo de Picciola Sensei y vi pasar muchas experiencias, encuentros agradables y situaciones no tanto; pero al final, aunque se pierdan algunas cosas, siempre queda lo más importante: compañeros con ganas practicar y un Sensei confiable.
Termino con una última apreciación. Aunque siempre me parece que sé cada vez menos sé que es porque, en realidad, sé cada vez más. A medida que me acerco a conocer la inmensa totalidad que abarca el Aikido en todos sus aspectos, me doy cuenta de que lo que yo sé de ese todo es cada vez menos en el porcentaje, pero cada vez más respecto a lo que sabía antes.
Hoy sigo entrenando para ser un Aikidoka y sé que los que están a mí alrededor hacen lo mismo. Eso me hace sentir muy cómodo en el dojo. Sin mencionar las amistades que cultivé en estos tres años.
Arigatou Gosaimasu Unión La Plata Dojo.

Nahuel Lombardi (22)
25/01/2010