martes, agosto 31, 2010
Sangen: Triángulo, Círculo y Cuadrado
jueves, agosto 12, 2010
Aikido es verse en el otro.
Por lo menos en lo que a mi respecta, el aikido tiene que ver con la imagen.
Muchos llegamos al Aikido a partir de una imagen en la televisión o una película, y por qué no una foto o una ilustración. En mi caso tengo presentes dos de estas variantes: el haber visto un especial de artes marciales en un canal de Documentales y que el Aikido me pareciera algo diferente… a ver qué dice Nahuel (practicante de Aikido; y también Sensei de Karate); también en un fichero de los deportes aparecía el Aikido en primer término (por estar ordenado alfabéticamente) y hablaba de las cualidades principales del mismo: elasticidad, coordinación de movimientos, velocidad (estos breves textos iban acompañados por unas ilustraciones bastante espectaculares, de esas que muestran una hakama volando junto con su dueño).
Volviendo a la comparación: en una imagen existe una dinámica, una composición, un equilibrio (y un desequilibrio), un modo de lectura y una interpretación.
Pero lo más significativo para mí es que el Aikido se manifiesta permanentemente como un espejo.
Es verse en el otro desde las diferencias, la simetría, la oposición. Y es “verse” en el sentido literal (de ver con los ojos) pero por sobre todo “verse” a partir de nuestros sentimientos, pensamientos y a través del propio cuerpo. Todo esto parece ser el verdadero lenguaje del Aikido (por eso nuestro Sensei nos dice que hablemos poco… como los japoneses).
La imagen está presente siempre: la superficie del tatami, el retrato de O’ Sensei que nos observa. Nos vemos reflejados en aquellos practicantes que recién se inician, y notamos nuestra propia evolución desde aquel tiempo a esta parte, que tiene que ver con encontrar la forma, el equilibrio, lo duro, lo blando, lo cuadrado y lo esférico. Para eso miramos a otros “colores”, los de los practicantes más avanzados. Cada uno tiene su propia forma.
Así confluimos en ese espacio que es el Dojo, diferentes edades, ocupaciones, inquietudes. Y nos volvemos uno cuando hacemos un kata con bastón “como un equipo”, suele decir nuestro Sensei Daniel Picciola.
Diego Pérez Venturino