jueves, mayo 06, 2010

El aikido, mi filosofía

Sensei Picciola dijo en varias ocasiones que el aikido era una filosofía de vida y puso de ejemplo alegórico el ukemi: la vida es como practicar ukemis: te caés y te levantás, te caés y te levantás, te caés y… con tiempo y práctica se aprende a caer más suave y a levantarse más rápido, los golpes comienzan a doler menos. La vida es como practicar caídas. El ejemplo del sensei es claro y muy didáctico; yo nunca supe hallar estos ejemplos, uso otros más complicados. Intentaré explicar por qué considero al aikido una filosofía de vida.
Primero debo decir que he venido utilizando desde hace un tiempo un concepto muy sencillo, basado en el precepto de Fiedrich Nietzche: todo lo que no me mata solo me hace más fuerte, como filosofía de vida: cada golpe recibido, o me mata o no me mata; si no me mata, la persona que emergerá luego del golpe será necesariamente una más fuerte que la que lo recibió. Considero esto como una filosofía a posteriori: uno se recupera del golpe una vez que lo sufrió.
Encontré en el aikido, mediado por una reflexión del senpai Juan Fava, una filosofía similar, solo que a priori: elegir la muerte es vivir (léanse el post de Fava: Irimi, elegir la muerte es vivir, para entender mejor esto). Con esta filosofía en mente, puedo utilizarla en conjunto con lo enunciado anteriormente: uno está preparado para el golpe antes de que el golpe ocurra; si el golpe ocurre o no ocurre es indistinto, uno está preparado para su llegada. Si llega, bien puede uno hacer uso de lo que dijo Nietzche.
¿Por qué digo esto? Porque considero que el aikido tiene muchísimo para ofrecer, más allá de las técnicas que a todos nos gusta practicar. Veo muchas veces en el dojo que –todos– quisiéramos poder practicar como el sensei, y muchos, a mi parecer, quisieran practicar fuerte como Ruslan, o con la concentración samurái y el aplomo que muestra Nahuel y, algunos, quisieran poder elevar el ki como Son Gokuh y hacer temblar el suelo y las paredes (yo en lo particular quisiera practicar con la solvencia de García Luna, y hacer los ukemis como Silvia). Eso es lo que yo veo. Y veo y oigo al sensei decir que él está cada vez más lejos de querer pegarle a alguien y que practica esto en su vida y yo me pregunto: por qué no quieren aprender esto. Claro que uno a veces tiene un mal día, se sube a un colectivo y el chofer no te devuelve el saludo y te gustaría encontrártelo en la calle y enterrarlo de cabeza en el suelo con un buen nikkyo ura, pero, por lo general, esto no ocurre. Uno no va por la calle saltando los bancos de las plazas haciendo tobikoshi ukemi ni resuelve sus problemas con palancas en las articulaciones (aunque, confieso, entro a mi casa haciendo kaiten) y sin embargo se puede aplicar el aikido a diario, en el día a día. La filosofía que el aikido enseña (respeto por el compañero, el irimi, el ukemi, etc., etc., etc.) puede ser utilizada a diario.
Si me pagaran por practicar aikido, yo viviría más tránquilo. Pero esto no es así. Y sin embargo, allí donde voy, intento poner en práctica lo que me enseñan en el tatami. Después de todo, en la vida, como en el aikido, estamos todos aprendiendo. Por eso yo digo: ¡kanpai!
Patricio, 29 años

martes, mayo 04, 2010

Clase abierta de Aikido 2009 (2/3)



Se viene la 3ra parte...